lunes, 3 de noviembre de 2014

Había cosas que nunca cambiaban.

Después de cada odiado verano,
llegaba el otoño con sus hojas anaranjadas y secas.
Después del calor, la humedad y el sudor,
venía el fresco, la lluvia y los escalofríos.
Año tras año.
Después de las hojas caídas y los árboles desnudos,
llegaban los inviernos helados.
Después de el fresco y la lluvia,
venía el viento frío en la cara y los gorros de lana.
Año tras año.
Después de los inviernos de frío,
llegaban las flores y la brisa.
Después del viento y los gorritos
venían las amapolas y golondrinas.
Año tras año.
Lo que siempre se quedaba,
aunque las hojas se cayeran,
el suelo se congelara
o las flores creciesen de nuevo,
era tu recuerdo.
Tu jodido recuerdo.
Día tras día.