Una generación nueva está surgiendo llena de ideas,
ideas buenas, otras malas y tal vez
quizá algunas perversas. Una generación que ha nacido en el bum de la
tecnología, una generación que se reinventa cada día intentado superar la
crisis de un modelo que está corrupto por dentro, que le oprime, que le
traiciona, que no lucha por sus derechos y le roba la libertad.
La generación piensa que el arte está por encima de todo,
que la poesía puede gobernar el mundo, el nuevo mundo, que los museos son los
nuevos centros de ocio, que en un libro pueden vivir millones de aventuras y un
vídeo puede transmitir miles de cosas. La generación que lucha cada día, que
vive por y para sus sueños, que alcanza metas inimaginables sólo con dedicación
y constancia.
Soy de esa generación, de la generación del cambio, esa que
intentan frenar con leyes absurdas.
Soy de la generación del arte callejero, de la poesía sin
ataduras, de la magia y la ilusión.
Soy de la generación que no teme a las distancias, que vive
a mil por hora y cree en poder crear tantas cosas como le apetezcan.
Soy de una nueva generación que no es mejor que las
anteriores, sólo distinta.