domingo, 10 de septiembre de 2017

Querida mía:

Cuando me preguntan quién eres,
yo también me lo pregunto.
¿Quién eres?
¿Cómo llegaste a mi?
¿Te quiero?

Me paso las noches rimándote,
en secreto,
pensando, cuándo amanece,
si volverás,
si me darás, de nuevo,
otra oportunidad.

Me cuesta creer que vengas a acariciarme,
cuando te apetece,
que me abraces por la espalda,
sin pedírtelo,
y cuándo te llame a gritos no me vuelvas
a buscar.

Nunca te despides,
ni llamas antes de entrar,
me desvelas,
me duermes,
me ayudas...

Y me temo,
Querida mía,
que no vas a cambiar,
y que vas a seguir apareciendo
cuando te de la gana,
cuando esté con Bécquer
o cuando le canten a Libertad.

Te quiero y te odio,
a partes iguales,
porque no eres de nadie
y, a veces, te comportas
como si fueses mía.

Te quiero y te odio,
a partes iguales,
porque no te entiendo
y no te voy a entender
pero que le voy a hacer.