jueves, 2 de noviembre de 2017

Luna

Miró al cielo y de nuevo vio como las nubes volvían a tapar la luna.
Y mirando al cielo, sonrío.
Y tuvo envidia, y quiso ser la luna.
Nadie se preguntaba porque la luna se escondía, porque estaba allí, que hacía, como estaba, que quería, que sería de ella.
Quiso ser la luna y desaparecer, que nadie preguntase por ella y que las nubes la tapasen al anochecer y al hacerse de día, ya no estar allí.
Y tuvo miedo de no ser luna, de ser persona y que todo el mundo se preguntase porque se escondía, porque no estaba donde debía estar, que haría con su vida, porque no sonreía, que quería ser de mayor y que sería si no pudiese serlo.
Y en ese momento, mirando a la luna sin verla, lo vio.
Se dio cuenta de que la luna seguía ahí y aunque las nubes la taparan, podía entreverse un brillo en aquel cielo que no eran estrellas, era ella. Y aunque nadie se preguntase todas esas cosas, ella las sabía y cuando se hacía de día, las seguía sabiendo y lo tenía todo claro.
Se dio cuenta de que no le gustaba esconderse pero odiaba responderle preguntas a gente que no oía la respuesta y que la luna sólo se hablaba a si misma.
Y sonrió, porque las nubes se apartaron y le dejaron ver la luna.
Y sonrió, de nuevo, sabiendo que lo que quería era ser tan fuerte como ella.